domingo, 20 de marzo de 2016

Cómo ayudar a los niños a pensar críticamente

Por Franklin López
Técnico de Lengua Española, Distrito 07—07

En la mayoría de las escuelas dominicanas, el maestro no está fomentando el uso de la lengua oral para ayudar a que nuestros estudiantes se expresen correctamente en situaciones reales . Saber expresarse correctamente por escrito y oralmente es una de las competencias básicas del currículo y una necesidad primordial para desenvolverse de manera autónoma y plenamente en su entorno social. Lamentablemente, aunque tenemos un enfoque funcional y comunicativo que prioriza el uso de la lengua, no la ponemos en práctica, porque la mayoría de nuestros profesores, al parecer, desconocen el currículo y continúan utilizando un enfoque conductista que no hace más que nuestros estudiantes memoricen de forma mecánica y no fomenta el conocimiento crítico que nuestros estudiantes demandan según los estándares actuales de educación.

Ayudar al niño a pensar no es tarea fácil y no se logra de la noche a la mañana; aprender a usar la cabeza o a pensar antes de hacer las cosas no es posible sin tropezar dos veces con la misma piedra. Vivir, es saber dar lo mejor de nosotros, es vibrar en la bondad y llevar a su máxima expresión nuestra capacidad de ser. Es por eso que nosotros como maestros que somos tenemos que hacer que nuestros estudiantes puedan vivir, es decir que puedan ser entes que se sepan desenvolver en la sociedad mediante el uso de la lengua. Pero si hay algo bueno para el pensamiento es aprender del pensamiento de los demás. Los libros son obras que alimentan la inteligencia y si son buenos, también pueden llenar el corazón. Por tanto, la lectura no sólo ayuda a pensar, sino a ampliar el vocabulario y a expresarnos con claridad para exponer ideas y decisiones. Fomentar el gusto por la lectura es una forma de enseñar a pensar a nuestros alumnos.



Si quieres que tus estudiantes crezcan conociendo la importancia de saber y pensar y quieres hacerlo bien, lo primero y más importante es que les enseñes a no engañarse, a ser sinceros y a actuar con coherencia. Más que enseñar a pensar, la función del maestro debe consistir en motivar a sus estudiantes para que quieran pensar por cuenta propia y, para conseguirlo, hay que fomentar el diálogo en el habla y el ejercicio mental de razonar, de defender una causa y de tener argumentos para tomar las propias decisiones. Aprender a decidir consiste también en plantearse preguntas. Los maestros debemos estimular, motivar, comentar y promover el clima adecuado para favorecer el planteamiento de muchos porqués, ya que el ser humano progresa planteándose nuevos problemas y buscando soluciones.


Finalmente, enseñar a que nuestros estudiantes aprenden a vivir y por ende a pensar, no se logra si nosotros como educadores que somos no rompemos los paradigmas que tenemos para la enseñanza áulica y asumir nuestro rol como maestros, buscando prácticas educativas innovadoras que puedan hacer que nuestros estudiantes puedan acercarse al pensar y fomentar el uso de la lengua para que éstos puedan vivir como personas que razonan y sean críticas. Si queremos aprender a pensar, debemos aprender de los errores y descubrir el mundo de las equivocaciones, sus causas y sus consecuencias para rectificar. Y es que si pensamos que educar es, esencialmente, crecer en libertad y responsabilidad, aprender a decidir bien resulta uno de los aspectos clave de esta tarea, cuánta más capacidad de decisión tienen sus estudiantes, más libres se sentirán.

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